Crece el temor a que el cambio climático impulse una nueva era de guerras comerciales
Algunos países impulsan políticas para cambiar el desarrollo económico. Los resultados hasta ahora son escasos
Los intentos por atenuar el cambio climático están haciendo que los países de todo el mundo adopten de manera tajante diversas políticas relacionadas con la industria y el comercio, cosa que está ocasionando conflictos entre los diferentes gobiernos. Estos nuevos enfrentamientos derivados de la política contra el cambio climático están tensando las alianzas internacionales y el sistema comercial del mundo, lo cual apunta hacia un futuro en el que las políticas destinadas a evitar una catástrofe ambiental también podrían dar como resultado guerras comerciales trasfronterizas más frecuentes.
Pero los detractores sostienen que estas políticas casi siempre ponen en desventaja a los países y a las empresas extranjeros, ya que los gobiernos subsidian sus propias industrias o imponen otros aranceles a los productos extranjeros. Estas políticas se desvían del orden comercial establecido durante varias décadas, en el que Estados Unidos y Europa a menudo unieron sus fuerzas a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para intentar derribar las barreras comerciales y promover que los países trataran los productos de los demás con mayor equidad a fin de impulsar el comercio internacional.
Ahora, estas nuevas políticas están confrontando a los aliados cercanos y agrandando las fracturas en un sistema de administración de comercio mundial ya de por sí frágil, mientras que los países intentan hacer frente al desafío existencial del cambio climático.
Enfrentar la crisis climática desde la transformación económica
“La crisis climática requiere una transformación económica a una escala y velocidad que la humanidad nunca ha intentado en nuestros 5000 años de historia escrita”, señaló Todd N. Tucker, director de política industrial y comercio en el Instituto Roosevelt, quien defiende algunas de estas medidas. “No nos sorprende que una tarea de esta envergadura requiera otro conjunto de instrumentos normativos”.
El actual sistema de comercio mundial canaliza, cada año, hacia Estados Unidos decenas de millones de contenedores llenos de sofás, ropa y partes para automóviles de fábricas extranjeras, casi siempre a precios asombrosamente bajos. Pero los precios que pagan los consumidores por estas mercancías no toman en consideración el daño al medioambiente generado por las distantes fábricas que las elaboran o por los buques de contenedores y aviones de carga que las transportan hasta el otro lado del océano.
Las autoridades estadounidenses y europeas sostienen que hay que hacer más para desalentar el comercio de productos elaborados con más emisiones contaminantes y de carbón. Además, las autoridades de Estados Unidos creen que deben reducir su peligrosa dependencia de China sobre todo en lo que respecta a los materiales necesarios para impulsar la transición a energías limpias, como los paneles solares y las baterías para los vehículos eléctricos.
El gobierno de Biden está aplicando subsidios para alentar la producción de tecnología de energías limpias en Estados Unidos, como, por ejemplo, créditos fiscales para los consumidores que compran automóviles de energías limpias fabricados en Estados Unidos y las empresas que construyen plantas nuevas que usen energía solar y eólica. Tanto Estados Unidos como Europa están introduciendo impuestos y aranceles destinados a promover formas de producir mercancías que no perjudiquen tanto al medioambiente.
Los funcionarios del gobierno de Biden han manifestado su esperanza de que la transición climática pueda ser una nueva oportunidad de cooperación con sus aliados. Pero, hasta ahora, parece que sus iniciativas más bien han provocado controversia cuando Estados Unidos ya es objeto de ataque por su respuesta a las recientes resoluciones comerciales.
Este gobierno ha desobedecido públicamente varias decisiones de los paneles de la OMC que fallaron contra Estados Unidos en conflictos comerciales relacionados con temas de seguridad nacional. En dos anuncios por separado en diciembre, la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos señaló que no cambiaría sus políticas para atender las decisiones de la OMC.
Pero la mayor fuente de conflicto ha sido los nuevos créditos fiscales para el equipo de energías limpias y los vehículos fabricados en Estados Unidos que formaron parte de un amplio proyecto de ley sobre política para el cambio climático y la salud que el presidente Joe Biden promulgó el año pasado. Las autoridades europeas han calificado esta medida como “asesina de empleos” y manifestado su temor de perder terreno ante Estados Unidos con relación a nuevas inversiones en la industria de las baterías, el hidrógeno ecológico, el acero y otras. Como respuesta, este mes las autoridades de la Unión Europea comenzaron a diseñar su propio plan para subsidiar a las industrias de energías limpias, una medida que los críticos temen que sumerja al mundo en una “guerra de subsidios” costosa e ineficiente.
Estados Unidos y la Unión Europea han estado en búsqueda de cambios que puedan realizarse para apaciguar a ambas partes antes de que se establezcan en marzo las disposiciones de los créditos fiscales de Estados Unidos. Pero parece que el gobierno de Biden solo cuenta con una capacidad limitada para modificar algunas de las disposiciones de la ley. Los congresistas afirman que formularon esta ley con la intención de beneficiar a la manufactura estadounidense.
Las autoridades europeas han insinuado que, como represalia, podrían presentar una demanda comercial ante la OMC que podría ser el preludio de la imposición de aranceles a productos estadounidenses. Valdis Dombrovskis, el comisionado europeo para el comercio, señaló que la Unión Europea estaba decidida a encontrar soluciones, pero que las negociaciones tenían que avanzar o, en caso contrario, la Unión Europea tendría que hacer “llamamientos todavía más enérgicos”.
Anne Krueger, exdirectiva del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, comentó que, para Japón, Corea del Sur y los aliados de Europa era “enorme” el daño potencial de los subsidios de Estados Unidos. “Cuando haces una distinción en favor de las empresas estadounidenses y en contra del resto del mundo, al mismo tiempo te estás haciendo daño a ti mismo y a otros”, aseguró Krueger, quien ahora es investigadora sénior en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins.
Controversias por otras políticas relacionadas al cambio climático
A mediados de diciembre, la Unión Europea dio un paso importante hacia una nueva política comercial enfocada al cambio climático cuando llegó a un acuerdo preliminar para imponer un nuevo arancel al carbón sobre algunas importaciones. El llamado mecanismo de ajuste fronterizo del carbón se aplicaría a los productos procedentes de todos los países que no tuvieran medidas estrictas para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Esta medida está destinada a garantizar que las empresas europeas que deben seguir estrictas normas ambientales no estén en desventaja con las competidoras de los países donde las reglas medioambientales menos rigurosas permiten que las empresas puedan producir y vender mercancía a precios más bajos. Aunque las autoridades europeas sostienen que su política cumple con las reglas del comercio internacional mientras que los subsidios de Estados Unidos para las energías limpias no, esto de todas maneras ha molestado a países como China y Turquía.
El gobierno de Biden también ha estado tratando de crear un grupo internacional que imponga aranceles sobre el acero y el aluminio procedente de países con políticas ambientales más laxas. En diciembre, envió a la Unión Europea una breve propuesta inicial para dicho acuerdo comercial.
Esta idea todavía tiene un largo camino por recorrer para ser una realidad, pero si bien abre nuevos horizontes para enfrentar el cambio climático, es posible que este enfoque también termine por enojar a aliados como Canadá, México, Brasil y Corea del Sur, mismos que, juntos, el año pasado le proporcionaron a Estados Unidos más de la mitad de su acero procedente del extranjero.
Según la propuesta inicial, en teoría estos países tendrían que producir acero de manera tan limpia como Estados Unidos y Europa, de lo contrario se impondrían aranceles sobre sus productos. Los promotores de las nuevas medidas comerciales enfocadas al cambio climático afirman que discriminar a los productos extranjeros, así como a las mercancías elaboradas con mayores emisiones de carbono, es justo lo que los gobiernos necesitan para desarrollar industrias de energías limpias y abordar el cambio climático.
“Es indispensable replantear algunos de los principios del sistema”, señaló Ilana Solomon, asesora comercial independiente que antes trabajó con la organización Sierra Club.
FUENTE: TN.COM.AR